Su comparecencia venteña le premió con una lesión que apunta robarle la temporada. Su enorme voluntad y las ansias de triunfo se enturbiaron cuando su primer oponente le hizo presa. Ahora, en el hospital, se prepara para ser intervenido hoy de la rodilla izquierda. Mientras, el percance, siempre inoportuno, hace mella en la moral de este joven madrileño.
-Lo primero, ¿ cómo se encuentra?
Estoy un poco disgustado, porque me acaban de decir que me tienen que operar y que tengo la pierna destrozada.
-¿En qué consiste la lesión?
Pues, por lo visto, tengo el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda destrozado y también el menisco.
-Y moralmente, ¿cómo afronta el percance?
Estoy mal porque ahora tenía Sevilla y también Francia y podía haber sido mi año. Eso duele mucho, porque yo tengo ilusión y veo que se me ha truncado el momento. Pero bueno, espero venirme arriba pronto.
-Las imágenes son espeluznantes, ¿las ha visto?
Sí, y se me saltan las lágrimas. Tengo mucha angustia por la impotencia de querer y no poder torear. Sabiendo cómo está el mundo del toro, pensar que se me va este momento así como así, es tremendo…
-Bueno, ¿cómo vivió la tarde?
Me vestí una hora antes; a la cinco en punto ya estaba. Y a todo el que veía por el hotel, le daba un lance. He soñado tantas veces con estar en esta feria que tenía muy claro que no me iba a faltar ilusión ni ganas y estaba disfrutando de todos los momentos.
-Y, llego a la plaza…
Sí, llegué el primero y vi, desde el patio de caballos, cómo la plaza se iba llenando. Cuando empezaron a sonar los clarines, ¡uf! Esas mariposas en el estómago… ¡Fue todo tan bonito! En el paseíllo escuchábamos voces que nos animaban, había expectación y claro, para mi era el sueño de toda mi vida. Pensé: quiero ser torero y esas oportunidades hay que aprovecharlas y demostrar todo lo que eres capaz de hacer.
-Cuando salió su primer novillo, sobrero bis, se levanto mucho viento.
Sí, la verdad es que se juntaron muchas cosas de pronto, porque cuando toreé a mi primer novillo, no hacía mucho aire, pero fue salir el sobrero y se levantó un vendaval. Pero bueno, no pasa nada, pensé, me tenía que venir arriba y tenía la cabeza muy despejada.
-E hizo un arriesgado quite en medio del vendaval, pese a que el público no quería.
Sí, quité por gaoneras. Yo sabía que la gente no quería, pero lo vi muy claro y pensé que tenía que hacerlo.
-Tan sólo una tanda y para la enfermería. ¿Cómo se planteó la faena?
Pensaba en que el novillo rompiera para bien. Pero, por el pitón izquierdo se vencía demasiado y ya en el pase de pecho, me enganchó casi por el cuello y me zarandeó. En fin…
-Torero, ánimo.
En ello estoy, no quiero dar pena a nadie. Pero es que se me van tantos esfuerzos y tantos sueños.
La Razón. P. Navarro. Edición 19 de mayo de 2004.
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